Me invitó a subir a su camioneta, con destino a la sede central de El Comercio, en el centro de Lima, tras olvidarse que la estaba esperando en la sala de recepción de Radio Programas del Perú (RPP). Milagros Leiva, periodista de ambos medios de comunicación, pudo encontrar un tiempo libre para atender a un periodista en formación. Con la mente ocupada y recargada por su agenda, sus múltiples ocupaciones periodísticas y el contexto electoral latente, Milagros parece tener el tema político a flor de piel. -El viaje en su auto lo dejó en claro. La entrevista, entonces, podría apaciguar y calmar esas revoluciones, ocuparse de revelar sus otros propósitos y objetivos. La intención de voto fue hecha a un lado.
¿Y dónde quedaron las crónicas?
(Suspiró antes de contestar) Es una pregunta bien difícil…dolorosa, sobre todo. Yo fundé “Contracorriente”, un espacio dirigido a las crónicas y las entrevistas en profundidad, en El Comercio. Pero, hubo un tiempo en que la sección cerró, y yo me fui del diario por un año para crear una revista, “Eva” se llamó, que era de la propia corporación… (Suspiró, otra vez, y guardó silencio) ¡Algún día vamos a volver a hacer crónicas!, porque creo que “Contracorriente” marcó un hito en el periodismo nacional y narrativo. Fueron muy buenas plumas las que escribieron ahí y hace falta que jóvenes escritores recuperen ese género que está tan manoseado. Pero es muy difícil. Se entiende poco a los cronistas, son personajes muy libres, necesitan mucho tiempo para cuajar su texto, y las empresas no están dispuestas a invertir. Demandan textos más rápidos, más cocinados. Pero yo estoy segura que pronto vamos a resucitar.
¿Qué pasó con aquella generación de cronistas de El Comercio? Julio Villanueva, Toño Angulo, Marco Avilés…
Yo adoro ese tiempo con la “Contra”. Fueron 8 años de intenso trabajo. Cuando se cerró la página, de lunes a sábado, fue como si mataran a un hijo mío. No entiendo las razones, hasta hoy, de porqué lo hicieron, pero las respeto. Julio se fue mucho antes de crear la “Contra”, él se fue a ver otros proyectos, y creó Etiqueta Negra. A Toño lo llamé cuando trabajaba en La República. Con él y Jimena Pinilla, que murió, creé “Contracorriente”. Contacté, también, a David Hidalgo y Miguel Ángel Cárdenas de ese mismo diario, porque me parecían buenos escritores. Gonzalo Galarza, que fue mi alumno; Javier Masías, que ahora está en “Cosas”. Marco Avilés nunca perteneció a la “Contra”, pero ayudó mucho. Los cronistas están. Siempre voy a creer que la noticia es una historia que merece ser bien contada. Lamentablemente, exige mucha libertad, y a veces eso puede “pisar cayos”.
Pareciera que ahora la forma de informar es monótona…
Sí, me parece que ahora ya no hay buena pluma, y eso lo veo con tristeza. Hay gente que escribe muy bien, no lo voy a negar. Pero creo que cuando existía “Contracorriente”, ese grupo de jóvenes referentes en Latinoamérica, porque escribíamos todos los días y éramos una apuesta editorial, creímos que sí era posible esta opción. Yo les decía que éramos como vampiros, porque podíamos reconocernos. “Lechuceros” todos. Ahora los “contreros” nos hemos dispersado.
Antes, las crónicas eran tu trabajo, ¿Ahora lo son las entrevistas?
Yo siempre he hecho crónicas y entrevistas, son y serán parte de mi vida. Creo que quien no sabe entrevistar, no sabe hacer crónicas, siempre lo he dicho. Ahora por las elecciones estoy en una coyuntura especial; no estoy desarrollando entrevistas a profundidad, como siempre lo he hecho. Pero me divierte y me entretiene. La entrevista siempre me ha hecho feliz.
Creo que hacer entrevistas te ha dado la posibilidad de tener más contacto con personajes políticos...
He recorrido muchos nichos: el cultural, el artístico, la pobreza. El periodismo político es uno más. Un periodista es importante porque hace calle, porque conversa con la gente; independientemente si sea con el presidente o un mendigo, me demanda la misma pasión y respeto. Me disgusta que digan que hacer periodismo político está por encima de otro. Me niego a creerlo.
¿Recuerdas alguna?
Recuerdo una entrevista que le hice a Belaúnde (ex presidente del Perú) que me demoró ocho horas. Él iba de un tema a otro y tenía que tener mucha paciencia. Pero fue maravilloso.
…¿Y Vargas Llosa?
Pero lo entrevisté con Raúl Vargas. A Vargas Llosa lo tengo que agarrar para mí sola, para romper su coraza, que es mi especialidad.
¿Qué debe tener en cuenta un periodista al realizar una entrevista?
Investigar. El escudo de un entrevistador es la investigación. Si tú vas a una entrevista sin saber quién es la otra persona, estás muerto, pierdes el control de la conversación, no tienes objetivos. No creo que tengas la sabiduría para enfrentar los comentarios sin saber de qué quieres hablar y con quién quieres hablar.
…¿Y al realizar una crónica?
Lo mismo. Un cronista que no se sumerge en un tema, está muerto; un periodista que no lee, está muerto. Lo he comprobado.
¿Qué tal la radio? ¿Te costó acostumbrarte a otro estilo de hacer periodismo?
No creo que una persona deba dormirse en sus supuestos laureles. Yo quería hacer algo distinto, y la radio siempre me interesó. Me chocó al inicio el hecho de que las preguntas debían ser cortas, que no hubiera tiempo para la profundización. Pero me niego a decir, a pesar de que la radio es de información inmediata, que hay diferencias con prensa escrita, radial o televisiva. Lo principal es investigar, esa es la clave. Leer hasta que te duelan los ojos.
RPP y El Comercio, dos grandes referentes del periodismo nacional ¿Cómo manejas tus tiempos?
Al inicio, mis tiempos los manejé con mucho estrés. Tenía que estar en la reunión de editores de El Comercio, luego, volar a la radio, para después regresar. El tráfico era un factor fatal. A veces llegaba tarde al diario y me estresaba mucho, no me dejaba tranquila. Ahora ya no. Estoy en el diario en las tardes. Nunca he tenido problemas con la información. Despierto escuchando el noticiero en la radio y me duermo viendo a Rosa María (Palacios).
¿Te desenchufas de las noticias en algún momento del día?
Cuando estoy de vacaciones. ¡No leo nada!. Me desconecto de todo.
¿Te sientes una mujer realizada?
¡No! Me falta mucho. Me falta escribir un libro, hacer mi película, hacer documentales, formar mi propia revista… ¡Me falta un mundo! Creo que uno nunca está realizado, el día que lo creas estarás muerto.
“Se me va el tren” un nombre muy sugerente para un blog…
Sí (risas). Al principio me pareció muy agresivo, ahora me río. Aún no me he casado, aún no tengo hijos. Por ese lado, aún no estoy realizada.
¿Cómo fue tu experiencia de hija que ahora quieres ser madre?
He sido una hija muy engreída. Mi infancia la recuerdo con mucho cariño. Cuando vine de Huancayo a Lima, me distancié de mi papá, pero creo que, junto con mi mamá, han sido buenos padres. No quiero ser mamá por creer que uno debe tener un hijo, o porque alguien te tiene que acompañar; no por esos bastones tontos y pensamientos retrógrados. Me parece injusto para con los hijos. Ellos no son ni bastones, ni bancos, ni aseguradoras de pensiones. Simplemente quiero serlo porque lo siento adentro, si no lo fui antes fue porque no me sentía responsable. Ahora creo estar preparada para educar a un hijo.
¿El no ser madre es un sacrificio por ser buena periodista?
No lo sé. Mi mamá me dijo lo mismo, que como me había dedicado a mi trabajo no he podido tener un hijo. Pero cada uno tiene sus coyunturas. Conozco a buenas periodistas que son mamás. Simplemente no se dio. No es porque sacrifiqué o prioricé algo. Yo no haría esas categorías de “mujer exitosa, mujer soltera”.
¿La paciencia debe ser una virtud de una mujer antes de ser madre y siéndola?
Creo que más que la paciencia, la tolerancia debe ser la principal virtud de una persona que quiere tener un hijo. Lo primero que tienes que aceptar es que tu hijo no será como tú quieras que sea, y yo espero tener la suficiente tolerancia para aceptar las diferencias con mi hijo o hija. Y es que soy amante de la libertad.
“Entrevistar a Obama, estar en la final de un mundial de fútbol, escribir un libro”… “¿Aprender a cocinar?” ¿No es parte de ser madre?
¿Por qué? Alguien me podrá ayudar o, tal vez, mi marido. Gran cocinera no soy. Detesto los olores de la cebolla, odio las sopas, y si me dices que si me das a elegir entre cocinar o leer una novela, entonces leeré una novela, lo lamento. Prefiero hacer otras cosas. No soy de las que me despierto a alistar la mesa para poder desayunar. Antes me sentía culpable por no saber cocinar, pero ya no. Cada uno es como es. Mi hijo se podrá burlar de mí por no saber hacerlo, pero podrá decir que le leía cuentos.
¿Hay algo inmediato que quieras realizar?
Quiero hacer un programa de televisión, de entrevistas. En eso estoy.
¿Y dónde quedaron las crónicas?
(Suspiró antes de contestar) Es una pregunta bien difícil…dolorosa, sobre todo. Yo fundé “Contracorriente”, un espacio dirigido a las crónicas y las entrevistas en profundidad, en El Comercio. Pero, hubo un tiempo en que la sección cerró, y yo me fui del diario por un año para crear una revista, “Eva” se llamó, que era de la propia corporación… (Suspiró, otra vez, y guardó silencio) ¡Algún día vamos a volver a hacer crónicas!, porque creo que “Contracorriente” marcó un hito en el periodismo nacional y narrativo. Fueron muy buenas plumas las que escribieron ahí y hace falta que jóvenes escritores recuperen ese género que está tan manoseado. Pero es muy difícil. Se entiende poco a los cronistas, son personajes muy libres, necesitan mucho tiempo para cuajar su texto, y las empresas no están dispuestas a invertir. Demandan textos más rápidos, más cocinados. Pero yo estoy segura que pronto vamos a resucitar.
¿Qué pasó con aquella generación de cronistas de El Comercio? Julio Villanueva, Toño Angulo, Marco Avilés…
Yo adoro ese tiempo con la “Contra”. Fueron 8 años de intenso trabajo. Cuando se cerró la página, de lunes a sábado, fue como si mataran a un hijo mío. No entiendo las razones, hasta hoy, de porqué lo hicieron, pero las respeto. Julio se fue mucho antes de crear la “Contra”, él se fue a ver otros proyectos, y creó Etiqueta Negra. A Toño lo llamé cuando trabajaba en La República. Con él y Jimena Pinilla, que murió, creé “Contracorriente”. Contacté, también, a David Hidalgo y Miguel Ángel Cárdenas de ese mismo diario, porque me parecían buenos escritores. Gonzalo Galarza, que fue mi alumno; Javier Masías, que ahora está en “Cosas”. Marco Avilés nunca perteneció a la “Contra”, pero ayudó mucho. Los cronistas están. Siempre voy a creer que la noticia es una historia que merece ser bien contada. Lamentablemente, exige mucha libertad, y a veces eso puede “pisar cayos”.
Pareciera que ahora la forma de informar es monótona…
Sí, me parece que ahora ya no hay buena pluma, y eso lo veo con tristeza. Hay gente que escribe muy bien, no lo voy a negar. Pero creo que cuando existía “Contracorriente”, ese grupo de jóvenes referentes en Latinoamérica, porque escribíamos todos los días y éramos una apuesta editorial, creímos que sí era posible esta opción. Yo les decía que éramos como vampiros, porque podíamos reconocernos. “Lechuceros” todos. Ahora los “contreros” nos hemos dispersado.
Antes, las crónicas eran tu trabajo, ¿Ahora lo son las entrevistas?
Yo siempre he hecho crónicas y entrevistas, son y serán parte de mi vida. Creo que quien no sabe entrevistar, no sabe hacer crónicas, siempre lo he dicho. Ahora por las elecciones estoy en una coyuntura especial; no estoy desarrollando entrevistas a profundidad, como siempre lo he hecho. Pero me divierte y me entretiene. La entrevista siempre me ha hecho feliz.
Creo que hacer entrevistas te ha dado la posibilidad de tener más contacto con personajes políticos...
He recorrido muchos nichos: el cultural, el artístico, la pobreza. El periodismo político es uno más. Un periodista es importante porque hace calle, porque conversa con la gente; independientemente si sea con el presidente o un mendigo, me demanda la misma pasión y respeto. Me disgusta que digan que hacer periodismo político está por encima de otro. Me niego a creerlo.
¿Recuerdas alguna?
Recuerdo una entrevista que le hice a Belaúnde (ex presidente del Perú) que me demoró ocho horas. Él iba de un tema a otro y tenía que tener mucha paciencia. Pero fue maravilloso.
…¿Y Vargas Llosa?
Pero lo entrevisté con Raúl Vargas. A Vargas Llosa lo tengo que agarrar para mí sola, para romper su coraza, que es mi especialidad.
¿Qué debe tener en cuenta un periodista al realizar una entrevista?
Investigar. El escudo de un entrevistador es la investigación. Si tú vas a una entrevista sin saber quién es la otra persona, estás muerto, pierdes el control de la conversación, no tienes objetivos. No creo que tengas la sabiduría para enfrentar los comentarios sin saber de qué quieres hablar y con quién quieres hablar.
…¿Y al realizar una crónica?
Lo mismo. Un cronista que no se sumerge en un tema, está muerto; un periodista que no lee, está muerto. Lo he comprobado.
¿Qué tal la radio? ¿Te costó acostumbrarte a otro estilo de hacer periodismo?
No creo que una persona deba dormirse en sus supuestos laureles. Yo quería hacer algo distinto, y la radio siempre me interesó. Me chocó al inicio el hecho de que las preguntas debían ser cortas, que no hubiera tiempo para la profundización. Pero me niego a decir, a pesar de que la radio es de información inmediata, que hay diferencias con prensa escrita, radial o televisiva. Lo principal es investigar, esa es la clave. Leer hasta que te duelan los ojos.
RPP y El Comercio, dos grandes referentes del periodismo nacional ¿Cómo manejas tus tiempos?
Al inicio, mis tiempos los manejé con mucho estrés. Tenía que estar en la reunión de editores de El Comercio, luego, volar a la radio, para después regresar. El tráfico era un factor fatal. A veces llegaba tarde al diario y me estresaba mucho, no me dejaba tranquila. Ahora ya no. Estoy en el diario en las tardes. Nunca he tenido problemas con la información. Despierto escuchando el noticiero en la radio y me duermo viendo a Rosa María (Palacios).
¿Te desenchufas de las noticias en algún momento del día?
Cuando estoy de vacaciones. ¡No leo nada!. Me desconecto de todo.
¿Te sientes una mujer realizada?
¡No! Me falta mucho. Me falta escribir un libro, hacer mi película, hacer documentales, formar mi propia revista… ¡Me falta un mundo! Creo que uno nunca está realizado, el día que lo creas estarás muerto.
“Se me va el tren” un nombre muy sugerente para un blog…
Sí (risas). Al principio me pareció muy agresivo, ahora me río. Aún no me he casado, aún no tengo hijos. Por ese lado, aún no estoy realizada.
¿Cómo fue tu experiencia de hija que ahora quieres ser madre?
He sido una hija muy engreída. Mi infancia la recuerdo con mucho cariño. Cuando vine de Huancayo a Lima, me distancié de mi papá, pero creo que, junto con mi mamá, han sido buenos padres. No quiero ser mamá por creer que uno debe tener un hijo, o porque alguien te tiene que acompañar; no por esos bastones tontos y pensamientos retrógrados. Me parece injusto para con los hijos. Ellos no son ni bastones, ni bancos, ni aseguradoras de pensiones. Simplemente quiero serlo porque lo siento adentro, si no lo fui antes fue porque no me sentía responsable. Ahora creo estar preparada para educar a un hijo.
¿El no ser madre es un sacrificio por ser buena periodista?
No lo sé. Mi mamá me dijo lo mismo, que como me había dedicado a mi trabajo no he podido tener un hijo. Pero cada uno tiene sus coyunturas. Conozco a buenas periodistas que son mamás. Simplemente no se dio. No es porque sacrifiqué o prioricé algo. Yo no haría esas categorías de “mujer exitosa, mujer soltera”.
¿La paciencia debe ser una virtud de una mujer antes de ser madre y siéndola?
Creo que más que la paciencia, la tolerancia debe ser la principal virtud de una persona que quiere tener un hijo. Lo primero que tienes que aceptar es que tu hijo no será como tú quieras que sea, y yo espero tener la suficiente tolerancia para aceptar las diferencias con mi hijo o hija. Y es que soy amante de la libertad.
“Entrevistar a Obama, estar en la final de un mundial de fútbol, escribir un libro”… “¿Aprender a cocinar?” ¿No es parte de ser madre?
¿Por qué? Alguien me podrá ayudar o, tal vez, mi marido. Gran cocinera no soy. Detesto los olores de la cebolla, odio las sopas, y si me dices que si me das a elegir entre cocinar o leer una novela, entonces leeré una novela, lo lamento. Prefiero hacer otras cosas. No soy de las que me despierto a alistar la mesa para poder desayunar. Antes me sentía culpable por no saber cocinar, pero ya no. Cada uno es como es. Mi hijo se podrá burlar de mí por no saber hacerlo, pero podrá decir que le leía cuentos.
¿Hay algo inmediato que quieras realizar?
Quiero hacer un programa de televisión, de entrevistas. En eso estoy.
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