sábado, 30 de abril de 2011

!Adiós, Ernesto Sábato!

Ernesto Sábato (1911-2011)

Saber que la muerte está cerca y esperarla con la paciencia oportuna es propio de una persona que ha sabido disfrutar de la vida. Pero, tal vez, para un escritor y literato es distinto; Ernesto Sábato lo entendía así. Plasmar en palabras cada momento e instante vivido caracteriza a aquellos que no se conforman con quedarse con esa experiencia, pues comprenden que las circunstancias son fugaces, y que para eternizarlas, para adornar y precisar esas mismas, necesitan de una pluma y un papel.

A los 99 años, y alojado en la comodidad de su hogar en Santos Lugares, Argentina, Sábato dejó de existir. El escritor ya venía padeciendo de malestares crónicos, lo que auguraba un pronto desenlace como el ocurrido en esta madrugada. “Hace como 15 días tuvo una bronquitis y a la edad de él esto es terrible”, expresó su colaboradora Elvira González Fraga a radio Mitre. El día de hoy, Ernesto Sábato iba a ser homenajeado en la Feria del Libro que en estos momentos se celebra en Buenos Aires; sin embargo, su muerte no será impedimento para su realización.

El autor de “El túnel”, “Sobre héroes y tumbas” y “Abbadón el exterminador”, siempre supo conmover a sus lectores. Ganó el Premio Miguel de Cervantes en 1984,máximo galardón que se otorga a escritores de habla hispana. Su obra se caracterizaba por tener presente al individuo como tal y cómo, con el devenir del tiempo, éste iba siendo preso de sus propias ideas y creaciones. Apuntaba a la civilización tecnocrática como desintegradora del hombre, específicamente los regímenes políticos; la búsqueda de pensamientos filosóficos que puedan superar la insuficiencia racional del hombre; y a su misma persona con problemas que no podía comprender.

Precisos momentos en que Sábato entrega informe "Nunca más" a Raúl Alfonsín

Raúl Alfonsín, presidente de la Argentina entre 1983 y 1989, se valió de esta visión de Sábato para nombrarlo como director de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (CONADEP), tras el gobierno de facto de Jorge Videla en los setentas. En 1984, en un informe titulado “Nunca más”, el equipo de investigación de la Comisión recogió testimonios y documentó 8.960 desapariciones y la existencia de 340 centros de detención ilegal y tortura.

La literatura ha sufrido un golpe. Pero Ernesto Sábato esperaba este momento. "Siempre es levemente siniestro volver a los lugares que han sido testigos de un instante de perfección", dijo el escritor antes de publicar su última obra en el 2004 "España en los diarios de mi vejez". Sábato sabía que para cerrar la novela de su vida, ésta necesitaba estar en palabras. Tampoco se olvidó de escribirle al equipo del que era hincha Estudiantes de La Plata, y es que a Sábato muy pocas cosas se le olvidaron.

lunes, 25 de abril de 2011

El jueves santo de ahora

La chica de lentes y polo blanco recorría la Plaza de Armas de Lima sin entender el espectáculo que se suscitaba. Era jueves santo y ella pensaba encontrar un ambiente apacible, en donde las personas mostraran cierto arrepentimiento y una actitud de reflexión. La plaza estaba inundada de gente que antes de querer entrar en la Catedral esperaba, sentada o caminando de un lado a otro, el paso del tiempo como si de un entretenimiento se tratara.

La fuente de agua ubicada en el centro de la plaza aparentaba ser un elemento estético perfecto para tomarse una foto. El correteo de los niños se veía motivado por los innumerables objetos de entretenimiento, como globos y pelotas, y también, algodones de azúcar. Las parejas aprovechaban este espacio para demostrar su afecto, mientras los vendedores de rosas los seguían hasta lograr su cometido. Muchas familias optaban por permanecer en la zona, y buscaban cualquier lugar que les pareciera un asiento improvisado ante la total ocupación de las bancas existentes en la plaza.

La joven, catequista en una iglesia cerca de su casa, miraba con asombro las actividades de los presentes que contradecían la tradición de estas fechas. La práctica del ayuno, decisión personal que debía prevalecer en semana santa, comenzaba a perder el partido ante la venta y consumo de alimentos que crecía mientras los minutos avanzaban. La llegada de más personas desde jirón de la Unión, la alameda Chabuca Granda, jirón Huallaga y jirón Junín, sólo auguraba un próspero día para los vendedores.

Pero ella, que irónicamente asistió ese día a la plaza sólo como espectadora y no como una católica dispuesta a proseguir con la costumbre de recorrer las iglesias, sabía que esto no era nuevo. Al dirigirse hacia la Catedral, cruzando la pista que rodea toda la plaza, y que presentaba un tráfico de autos por culpa de muchas personas que tomaban la misma decisión, se topó con las escaleras invadidas de gente que buscaba descansar y apreciar el accidentado paisaje. La fila que se armaba en la puerta para ingresar a la iglesia copaba gran parte de las inmediaciones; la puerta seleccionada para la salida presentaba similares características. El día parecía interminable.

Los rayos del sol iban bajando su intensidad, el ambiente se tornaba más frío, y a pocos minutos para las seis de la tarde, un artista llamaba la atención por su trabajo. La calle Santa Rosa, exactamente al frente de la Catedral, descubría a un hombre dibujando en el piso empedrado la imagen de la virgen María y el niño Jesús en sus brazos. Sus únicas herramientas eran tizas de distintos colores, en donde el rosado, para la piel de ambos personajes, y el amarillo, para el vestido de la madre, prevalecían notoriamente.

Las luces de los postes se encendieron, el reloj marcaba las seis. Sentada en la vereda, a los alrededores de la Municipalidad de Lima, y apartada del movimiento en la plaza, se dio por vencida. “Ya estoy bastante cansada de caminar y mirar a tanta gente porque me incomoda. Vámonos.” Sus palabras fueron una orden de acuerdo inmediato. “Los jueves santo no se viven así; los viernes, generalmente, sí.”, exclamaba mientras, caminando por jirón de la Unión, sus pasos se iban perdiendo entre la multitud de personas que seguían llegando a la Plaza Mayor.

jueves, 14 de abril de 2011

La otra cara de la era digital

El crecimiento de una sociedad ha dependido, siempre, del nivel de complejidad comunicativa entre personas. La relación social se va construyendo mientras el hombre logra alcanzar más nexos con sus similares. Y es que sólo de esta manera, la producción cultural surge como tal, ya que los conflictos sociales determinan la creación, el contenido y la forma de una cultura específica. No cabe duda que, la Revolución Industrial marcó un hito, para que en la actualidad, el desarrollo de la tecnología supedite el estilo de vida del hombre, teniendo como consecuencia real una atmósfera de aldea global , donde las distancias físicas se han acortado, pero donde sobre todo, la información y el conocimiento se han democratizado.

Con la globalización, las industrias culturales –que son todo tipo de empresas dependientes de algún sistema tecnológico, forjadas en el capitalismo; produciendo, distribuyendo y haciendo circular consumo de bienes y servicios; como lo hacen el cine, la radio, la televisión, Internet, etc.- han sabido calar en todo territorio. El tráfico de producciones culturales (información) sucede porque éstas tienen un valor de mercado, universalmente reconocidos, debido al valor cultural que se han ostentado al formarse. Es la demanda la que fija un precio de cambio al producto cultural, y no la mano de obra ni los procesos para obtenerlo.

Pero la innovación, actividad constante y perenne del hombre, ha causado la creación de normas y leyes que velen por ese dinamismo; la amenaza de la piratería ha obligado a hacerlo. La era la de digitalización, que ha devenido por consecuencia del uso de codificación digital (código binario) de las industrias culturales, doblegó aún más la producción y distribución de bienes y servicios, pero abrió la posibilidad de ser imitados.

La invención es una propiedad intelectual, por lo tanto, se le considera un capital cultural, y éste viene a ser el caldo de cultivo de todo el proceso cultural. El posterior pago por los derechos de autor, se generan en la reproducción de aquel capital, que al mismo tiempo, al ser una cuestión universal, originan dispositivos de cobranza y control en todos los países. El creador cobra por cada producto vendido.

La piratería, sin embargo, a pesar de corromper con ese principio legal; encuentra en las misma tecnología las herramientas para poder multiplicar esos frutos. El MP3, la fotocopiadora, la quemadora, etc., son instrumentos que pertenecen a esta era de la digitalización que tantos beneficios ha traído a las industrias culturales. Las disqueras se encuentran en una encrucijada al no poder discernir entre los productos que distribuyen, que son legales, y la legalidad de la copia, si la producción de estos aparatos tecnológicos son provechosos para el ritmo de la era.

Si bien existe el Copyright –institución internacional que regula, por medio de normas, los derechos de autoría y patrimonio. Protege la propiedad literaria y artística del sujeto- sus límites existen en su propia labor. El estricto control que despliega en todo el mundo sólo es a nivel de copias y reproducción, mas no sobre el consumo del producto. Una persona, al comprar un disco original, puede hacer una copia de éste, porque ya le pertenece. Y ni si quiera hay ilegalidad al momento de hacerlo, porque existen las quemadoras que se venden en cualquier tienda y sirven para esa finalidad.

Pero si la piratería es vista como un brote perverso de la era digital, para beneficiar a las personas que no pueden pagar por productos originales; aquella entidad que se ubica como protectora del derecho de autor, Copyright, beneficia más a los sujetos que invierten en ésta, que al mismo artista, motor y sustento de existencia del defensor de los derechos del creador.

Podemos encontrar, entonces, en la piratería, no sólo el lado oscuro de la mencionada era, sino también como un factor que puede democratizar. Es más, imitar permite la sobrevivencia del legado precedente, y eso interesa más al artista, que prefiere perdurar en la mente de sus seguidores, que al Copyright. No se pudo y no se podrá evitar el surgimiento de herramientas tecnológicas que contribuyan, inconcientemente, a la expansión de la piratería. En todo caso, que dejen de producirlas.

domingo, 10 de abril de 2011

"Porque votar es una obligación cívica"

Faltaban siete minutos para las 11 de la mañana, y la primera cuadra de la avenida Perú, en San Martín de Porres, se mostraba tranquila. La gente se dirigía al puesto de periódicos para leer algún comentario relacionado al día electoral. “Piénselo bien” titulaba Peru21; “¡A decidir hoy!” expresaba la portada del diario Correo. “Piensa y vota bien” se veía en la carátula del Trome, el más leído de Latinoamérica. El tránsito de carros parecía amigable y las personas, estando en los paraderos improvisados, esperaban a su micro para trasladarse a sus locales de votación.

El lugar de encuentro fue el colegio José Granda, ubicado en la avenida Universitaria, cerca de la cuadra 30 de la Perú, que la cruzaba. En las inmediaciones de la escuela, los autos particulares y públicos no se permitían pase. Al mismo tiempo, la vereda que daba vuelta al centro educativo se encontraba invadida por las numerosas personas que votarían, y de las incontables carretillas que transportaban alimentos de todo tipo.

El infaltable “combinado”; el pollo asado; el ceviche; raspadillas; helados, y refrescos de maracuyá y chicha morada, en su mayoría, impedía a los paladares dejarlos pasar desapercibidos. La inestable situación que se vivía en ese momento alimentaba el ambiente de expectativa que por inercia se iba creando. Algunos transeúntes, alejados del caos, se dedicaban a formar su cola o de lo contrario, advertir en la gigantografía sus mesas de votación.

Ya en el interior se podía respirar un poco de orden. Los representantes de la ONPE se encargaban de ayudar a los despistados, orientándolos hacia los pabellones designados. Los soldados, que parecían estar presentes más para asustar que para ayudar, cargaban con sus armas a todos lados, patrullando los distintos ambientes del José Granda.

Pero eran acaso, los adultos mayores los que más nos llamaron la atención. Muchos en compañía de sus hijos o nietos; y otros, solos, o de la mano de sus parejas sentimentales. Mostraban ese ímpetu y decisión por hacer valer su opinión frente a las ánforas. Qué importaba si ya tenían más de 70 años y no estaban obligados a sufragar, el vivir en gobiernos democráticos ya los habían acostumbrado a hacerlo.

“Tal vez mi voto haga ganar a mi candidato”, respondía Clara Quispe de 71 años, a la pregunta “¿Por qué vota si ya no está en la obligación de hacerlo?”. Así también, Luzmila Córdova de 75 años fue contundente, “¡Quiero votar!”. Una de las parejas con las que nos topamos nos dejaba, también, en claro, su posición, “Votamos porque queremos; votamos porque podemos”. Y si bien todas las declaraciones eran válidas, nos conmovieron las palabras de una señora en silla de ruedas que prefirió quedarse en el anonimato, “Mientras pueda moverme, cumpliré con todo lo que es mi deber cívico”, una frase en donde la experiencia debe haberle aportado el mayor valor para su construcción

El sol se hacía más fuerte, y es que ya estábamos a medio día. De pronto, la presencia de una pareja de esposos nos motivó a proseguir con nuestro propósito. El peculiar dúo nos impedía sacarles unas fotos y darnos sus nombres. Ambos iban de la mano, y no pensaban soltarse en ningún momento. Él tenía 75, ella 70; y con su actitud nos dejaban en claro que uno acompañaría al otro a su salón de sufragio. Y así fue.

“Votamos por un cambio. Veo igual al Perú que cuando era joven.”, expresaba el marido. “Cuatro años está esperando el dinero de su jubilación”, aclaraba la mujer. Y mientras se detenían un rato cerca de la puerta de salida, porque la amada quería descansar un rato; nosotros nos dimos cuenta que habíamos cumplido con nuestro objetivo. El recoger esos testimonios nos hizo entender lo importante que es preocuparse por el bien común, que el voto va más allá de una simple obligación, y que es la democracia el modelo de gobierno y de vivencia que debe existir en un país. Sobre todo en el Perú.


El día empiezaLas portadasEl más leídoAvenida PerúA votarPasan los minutos El local de sufragioCaos inevitablePara votar bienLo más pedidoVariedadFila india ¿En qué salón me toca?La única entradaYa adentroAyudaEjemplo a seguirPersistencia Señora conscienteEl comentario del día¿Por qué votas?En compañíaSigue el mapaTodavía hay tiempo

sábado, 9 de abril de 2011

Milagros Leiva: “Un periodista que no lee, está muerto”

Me invitó a subir a su camioneta, con destino a la sede central de El Comercio, en el centro de Lima, tras olvidarse que la estaba esperando en la sala de recepción de Radio Programas del Perú (RPP). Milagros Leiva, periodista de ambos medios de comunicación, pudo encontrar un tiempo libre para atender a un periodista en formación. Con la mente ocupada y recargada por su agenda, sus múltiples ocupaciones periodísticas y el contexto electoral latente, Milagros parece tener el tema político a flor de piel. -El viaje en su auto lo dejó en claro. La entrevista, entonces, podría apaciguar y calmar esas revoluciones, ocuparse de revelar sus otros propósitos y objetivos. La intención de voto fue hecha a un lado.


¿Y dónde quedaron las crónicas?

(Suspiró antes de contestar) Es una pregunta bien difícil…dolorosa, sobre todo. Yo fundé “Contracorriente”, un espacio dirigido a las crónicas y las entrevistas en profundidad, en El Comercio. Pero, hubo un tiempo en que la sección cerró, y yo me fui del diario por un año para crear una revista, “Eva” se llamó, que era de la propia corporación… (Suspiró, otra vez, y guardó silencio) ¡Algún día vamos a volver a hacer crónicas!, porque creo que “Contracorriente” marcó un hito en el periodismo nacional y narrativo. Fueron muy buenas plumas las que escribieron ahí y hace falta que jóvenes escritores recuperen ese género que está tan manoseado. Pero es muy difícil. Se entiende poco a los cronistas, son personajes muy libres, necesitan mucho tiempo para cuajar su texto, y las empresas no están dispuestas a invertir. Demandan textos más rápidos, más cocinados. Pero yo estoy segura que pronto vamos a resucitar.

¿Qué pasó con aquella generación de cronistas de El Comercio? Julio Villanueva, Toño Angulo, Marco Avilés…

Yo adoro ese tiempo con la “Contra”. Fueron 8 años de intenso trabajo. Cuando se cerró la página, de lunes a sábado, fue como si mataran a un hijo mío. No entiendo las razones, hasta hoy, de porqué lo hicieron, pero las respeto. Julio se fue mucho antes de crear la “Contra”, él se fue a ver otros proyectos, y creó Etiqueta Negra. A Toño lo llamé cuando trabajaba en La República. Con él y Jimena Pinilla, que murió, creé “Contracorriente”. Contacté, también, a David Hidalgo y Miguel Ángel Cárdenas de ese mismo diario, porque me parecían buenos escritores. Gonzalo Galarza, que fue mi alumno; Javier Masías, que ahora está en “Cosas”. Marco Avilés nunca perteneció a la “Contra”, pero ayudó mucho. Los cronistas están. Siempre voy a creer que la noticia es una historia que merece ser bien contada. Lamentablemente, exige mucha libertad, y a veces eso puede “pisar cayos”.

Pareciera que ahora la forma de informar es monótona…

Sí, me parece que ahora ya no hay buena pluma, y eso lo veo con tristeza. Hay gente que escribe muy bien, no lo voy a negar. Pero creo que cuando existía “Contracorriente”, ese grupo de jóvenes referentes en Latinoamérica, porque escribíamos todos los días y éramos una apuesta editorial, creímos que sí era posible esta opción. Yo les decía que éramos como vampiros, porque podíamos reconocernos. “Lechuceros” todos. Ahora los “contreros” nos hemos dispersado.


Antes, las crónicas eran tu trabajo, ¿Ahora lo son las entrevistas?

Yo siempre he hecho crónicas y entrevistas, son y serán parte de mi vida. Creo que quien no sabe entrevistar, no sabe hacer crónicas, siempre lo he dicho. Ahora por las elecciones estoy en una coyuntura especial; no estoy desarrollando entrevistas a profundidad, como siempre lo he hecho. Pero me divierte y me entretiene. La entrevista siempre me ha hecho feliz.


Creo que hacer entrevistas te ha dado la posibilidad de tener más contacto con personajes políticos...

He recorrido muchos nichos: el cultural, el artístico, la pobreza. El periodismo político es uno más. Un periodista es importante porque hace calle, porque conversa con la gente; independientemente si sea con el presidente o un mendigo, me demanda la misma pasión y respeto. Me disgusta que digan que hacer periodismo político está por encima de otro. Me niego a creerlo.

¿Recuerdas alguna?

Recuerdo una entrevista que le hice a Belaúnde (ex presidente del Perú) que me demoró ocho horas. Él iba de un tema a otro y tenía que tener mucha paciencia. Pero fue maravilloso.

…¿Y Vargas Llosa?

Pero lo entrevisté con Raúl Vargas. A Vargas Llosa lo tengo que agarrar para mí sola, para romper su coraza, que es mi especialidad.


¿Qué debe tener en cuenta un periodista al realizar una entrevista?

Investigar. El escudo de un entrevistador es la investigación. Si tú vas a una entrevista sin saber quién es la otra persona, estás muerto, pierdes el control de la conversación, no tienes objetivos. No creo que tengas la sabiduría para enfrentar los comentarios sin saber de qué quieres hablar y con quién quieres hablar.

…¿Y al realizar una crónica?

Lo mismo. Un cronista que no se sumerge en un tema, está muerto; un periodista que no lee, está muerto. Lo he comprobado.

¿Qué tal la radio? ¿Te costó acostumbrarte a otro estilo de hacer periodismo?

No creo que una persona deba dormirse en sus supuestos laureles. Yo quería hacer algo distinto, y la radio siempre me interesó. Me chocó al inicio el hecho de que las preguntas debían ser cortas, que no hubiera tiempo para la profundización. Pero me niego a decir, a pesar de que la radio es de información inmediata, que hay diferencias con prensa escrita, radial o televisiva. Lo principal es investigar, esa es la clave. Leer hasta que te duelan los ojos.

RPP y El Comercio, dos grandes referentes del periodismo nacional ¿Cómo manejas tus tiempos?

Al inicio, mis tiempos los manejé con mucho estrés. Tenía que estar en la reunión de editores de El Comercio, luego, volar a la radio, para después regresar. El tráfico era un factor fatal. A veces llegaba tarde al diario y me estresaba mucho, no me dejaba tranquila. Ahora ya no. Estoy en el diario en las tardes. Nunca he tenido problemas con la información. Despierto escuchando el noticiero en la radio y me duermo viendo a Rosa María (Palacios).

¿Te desenchufas de las noticias en algún momento del día?

Cuando estoy de vacaciones. ¡No leo nada!. Me desconecto de todo.

¿Te sientes una mujer realizada?

¡No! Me falta mucho. Me falta escribir un libro, hacer mi película, hacer documentales, formar mi propia revista… ¡Me falta un mundo! Creo que uno nunca está realizado, el día que lo creas estarás muerto.

“Se me va el tren” un nombre muy sugerente para un blog…

Sí (risas). Al principio me pareció muy agresivo, ahora me río. Aún no me he casado, aún no tengo hijos. Por ese lado, aún no estoy realizada.

¿Cómo fue tu experiencia de hija que ahora quieres ser madre?

He sido una hija muy engreída. Mi infancia la recuerdo con mucho cariño. Cuando vine de Huancayo a Lima, me distancié de mi papá, pero creo que, junto con mi mamá, han sido buenos padres. No quiero ser mamá por creer que uno debe tener un hijo, o porque alguien te tiene que acompañar; no por esos bastones tontos y pensamientos retrógrados. Me parece injusto para con los hijos. Ellos no son ni bastones, ni bancos, ni aseguradoras de pensiones. Simplemente quiero serlo porque lo siento adentro, si no lo fui antes fue porque no me sentía responsable. Ahora creo estar preparada para educar a un hijo.

¿El no ser madre es un sacrificio por ser buena periodista?

No lo sé. Mi mamá me dijo lo mismo, que como me había dedicado a mi trabajo no he podido tener un hijo. Pero cada uno tiene sus coyunturas. Conozco a buenas periodistas que son mamás. Simplemente no se dio. No es porque sacrifiqué o prioricé algo. Yo no haría esas categorías de “mujer exitosa, mujer soltera”.

¿La paciencia debe ser una virtud de una mujer antes de ser madre y siéndola?

Creo que más que la paciencia, la tolerancia debe ser la principal virtud de una persona que quiere tener un hijo. Lo primero que tienes que aceptar es que tu hijo no será como tú quieras que sea, y yo espero tener la suficiente tolerancia para aceptar las diferencias con mi hijo o hija. Y es que soy amante de la libertad.


“Entrevistar a Obama, estar en la final de un mundial de fútbol, escribir un libro”… “¿Aprender a cocinar?” ¿No es parte de ser madre?

¿Por qué? Alguien me podrá ayudar o, tal vez, mi marido. Gran cocinera no soy. Detesto los olores de la cebolla, odio las sopas, y si me dices que si me das a elegir entre cocinar o leer una novela, entonces leeré una novela, lo lamento. Prefiero hacer otras cosas. No soy de las que me despierto a alistar la mesa para poder desayunar. Antes me sentía culpable por no saber cocinar, pero ya no. Cada uno es como es. Mi hijo se podrá burlar de mí por no saber hacerlo, pero podrá decir que le leía cuentos.

¿Hay algo inmediato que quieras realizar?

Quiero hacer un programa de televisión, de entrevistas. En eso estoy.

Ley a secas


La denominada “Ley Seca” entró en vigencia el día de ayer a las cero horas, como lo dicta la Ley 26856, días previos a las elecciones presidenciales. El órgano regulador para el día de los comicios, Jurado Nacional de Elecciones (JNE), ha venido impulsando el voto responsable y no viciado, teniendo en cuenta que el obedecer esta ley permitirá el requerido desenlace de sus premisas. Pero como ha venido sucediendo hasta estas horas, muchos locales, entre bares y licorerías, no han hecho caso a la norma, siendo clausurados y sancionados.

Sin embargo, lo irónico en este ambiente de abstinencia, es que el mismo presidente de la República, Alan García Pérez, haya faltado al cumplimiento de la Ley. Si bien ésta no castiga el consumo de alcohol, sí castiga la venta. Y ayer, al Jefe de Estado, no se le ocurrió mejor ocasión que celebrar en el patio de Palacio de Gobierno, los más de 10 mil kilómetros de pavimento de pistas en su gobierno, junto con todos los obreros que lo hicieron posible, con pisco sour y cerveza. Al son de la orquesta que animaba el evento, litros y litros de alcohol eran servidos en jarras en las distintas mesas que se ubicaron para que los trabajadores, como premio a su esfuerzo, disfruten de un merecido almuerzo. Donde la cerveza, como buena tradición peruana, no podía faltar.

La burla al estricto control que despliega el JNE en las calles del país, no tuvo ni consideración que en Arequipa, en el pueblo de Islay, recién se había puesto fin al estudio de impacto ambiental del proyecto Tía María, que venía ejerciendo la empresa inversora Southern Peru Copper, debido al conflicto que se había armado entre ésta y los pobladores, teniendo como saldo 3 muertos.

Este domingo 10 de abril se llevarán a cabo las elecciones presidenciales 2011, donde los candidatos luchan palmo a palmo por alzarse como presidentes. Si elegir bien, pensando a futuro en el buen desenvolvimiento de un gobierno, depende de la sobriedad y la obediencia, desde ahora, de una Ley de función ocasional, entonces hay que ser responsables. El lunes 11 de abril, a patir del medio día, queda sin efecto la norma. El voto es seguro.

martes, 5 de abril de 2011

Crónica de una entrevista nunca realizada

Asistí veinte minutos antes para evitarme problemas de tardanza. El edificio no era un objeto monumental, pero no pasaba desapercibido por las inmensas antenas ubicadas en la parte superior, y por el infaltable logo de la empresa, que permite a los transeúntes imaginarse la labor que se cumple en su interior. Eran las instalaciones de Radio Programas del Perú (RPP) el lugar previsto para mi entrevista. No me había generado tantas ilusiones al saber, por correo electrónico, que la tendría frente a mí, conversando y enterándome de su vida profesional, un lunes por la mañana. De todas formas, era Milagros Leiva el personaje con el que conversaría; una mujer -a mí parecer- centrada, bien preocupada, y sobre todo, muy segura de sus comentarios.

Al llegar a la puerta, me dirigí a la garita de seguridad para hacerle saber al agente, que entrevistaría a Milagros. Muy sorprendido y desentendido, me dijo que la periodista aún no había llegado, y aún más, que no había avisado de la presencia de un externo a las 11 de la mañana para una entrevista. No obstante, me dijo que esperara, si se había comprometido a hablar conmigo. Yo era el interesado, así que hice caso.

Mientras esperaba en la puerta y miraba el reloj de mi celular, percibía todo el movimiento que crecía mientras los minutos avanzaban en Paseo de la República. La avenida Aramburú –justo en la entrada del puente que traspasa la vía expresa- se congestionaba, debido a la cantidad de carros que venían de Paseo de la República y que intentaban cruzarla, y también, a que los semáforos detenían muy seguido el paso de los autos de la primera avenida, interfiriendo en el fluido deslizamiento de éstos.

Ya eran las 11 y 40 y se detuvo una camioneta Nissan de color rojo, con lunas polarizadas, en la puerta del edificio. Yo no sabía si Milagros tenía auto, pero tenía la esperanza de que sea ella quien descendiera de aquel. Se abrió la puerta de atrás, y la figura femenina que bajó fue identificada en el acto, pero sin mayor importancia para mí. “Rosa María Palacios ¿Por qué no pensé en ella” se me ocurrió; mientras le abrían la puerta y caminaba hacia el interior de RPP.

Muchas personas en camisa y pantalón, en faldas y blusas, en jeans y polos, entraban y salían del lugar. En ese momento decidí sacar mi celular con la intención de conectarme a la internet. Sin pensar, tecleé la palabra Facebook para unirme al mundo virtual. Ya distraído, y olvidándome de mi propósito en la radio, empecé a leer las publicaciones. Repentinamente, hubo una que me llamó la atención. Mi tutor mencionaba que el ex rector de mi universidad, Vicente Santuc, había fallecido en la madrugada, en París. Casi era imposible de creer. ¡Sólo tenía unos días allá!

Inevitablemente, se me pasó por la mente aquel hombre que caminaba por los jardines de la Ruiz, con las manos atrás, con su gorra inglesa siempre característica; con la mirada al frente, dando a entender que siempre había algo por hacer; aquel hombre que había creado la Escuela de Filosofía y Pedagogía Antonio Ruiz de Montoya, para luego hacerla universidad; abriéndome la posibilidad a mí y a muchos otros de alimentarnos del conocimiento, y formarnos como humanistas. “¡Adiós, Vicente!”

Ya desconcertado, intenté no exteriorizar mi malestar. Estuve mirando de un lado a otro, esperando que algo o alguien me hiciera cambiar de cara. Raúl Vargas salió, pero, inmediatamente, subió a un auto rojo en donde el chofer ya lo esperaba. Chema Salcedo, que vestía la camiseta de un equipo de fútbol que no pude identificar, salió acompañado de un hombre del recinto y dijo, a los que estábamos afuera, –porque éramos tres-: “¿alguien me busca?”. Al no recibir la mínima atención, se retiró hacia el grifo que estaba al lado del edificio.Eran los 12 y 20.

Esperando a que sea la una de la tarde, hora en la que Milagros y Chema salen al aire en “La rotativa del aire”, y dándome igual si hacía la entrevista o no, intenté buscar a Chema.
Logré encontrarlo en el grifo. Lo saludé, me presenté, y le expliqué el motivo por el que estaba hablándole.

-“Milagros aún no llega”, me dijo.
-“¿Cree que puede darme su número de celular?”, le contesté.
-“Es que no lo tengo. Pero si me dejas tu número se lo puedo dar a ella para que te llame”, finalizó.

Sin bacilar, apunté mis datos en un papel y se lo di. No le creí nada de lo último que aclaró, pero entendí que no le daría el número de celular de una amiga y compañera de trabajo a un desconocido. Pero yo no perdía nada intentándolo.

Ya cerca a la una, y sin ver algún rastro de la Leiva, decidí irme. Minutos después, ya en el micro, recibo la llamada de mi mamá:

-“¿Y qué tal la entrevista?”, preguntó.
-“Nunca hablé con ella. No se apareció. ‘Que se le vaya el tren’ de una vez”, respondí.
- Ella está al aire. Bueno, ya tendrás otra oportunidad”; me dijo mi mamá, siempre tan esperanzadora como cualquiera de su clase.

Yo no sé. Me dijeron que esperar es parte del oficio de un periodista; Santuc mencionó que “la filosofía es paciencia”; y yo creo que cuando sea un profesional y me necesiten para una entrevista, no dejaré esperando a alguien...por más de dos horas y media.

domingo, 3 de abril de 2011

Debate presidencial en vivo:

Sigue aquí los twits sobre el debate presindecial en el hotel Sheraton.