Si se busca en el diccionario el significado de la palabra “desarrollo” uno podrá encontrar “crecimiento”, o explicaciones relacionadas a un ostentoso avance hacia un objetivo. Los discursos de las autoridades políticas vinculan el desarrollo con el crecimiento económico -y algo tiene que ver-, pero no se entiende bien para qué alcanzarlo. ¿Qué es lo que se busca al escoger a un candidato a la presidencia de un país? ¿Que haya un alza económica?, y eso implica ¿Salir del “subdesarrollo”?
No se debe concebir la obtención de la riqueza como un anhelo o un fin, la existencia del hombre no se sustenta en generar dinero. Empero, la psique social ha sido adiestrada para el uso constante del factor económico, ya que permite acceder a nuevos ritmos de vida, a otras realidades, a bienes materiales, y sobre todo, permite a las personas deslizarse en el mundo. Esos motivos llevan a la economía a tratarla como el motor de vida del hombre, ó, tal vez, como un propósito.
Pero, la economía sólo es un medio. Abre la posibilidad de satisfacer necesidades, pero no es lo que busca el hombre, es muy simple y limitado. El desarrollo no puede ser medido acorde a ella; pero sí a partir de la libertad que provoca.
No puede hablarse de desarrollo en un país si el hombre ve privada su libertad. Y es que las sociedades y pueblos crecen de acuerdo al tipo de vida que valoran las personas y las razones que tienen para valorarla –la cultura. Ya, Amartya Sen, –filósofo y economista indio- supo explicarlo: “el origen de la economía se encuentra en gran medida en la necesidad de estudiar la valoración de las oportunidades que tienen los individuos para vivir bien y de los factores causales que influyen en ellas”.* Pero, muy a menudo, el abuso de poder impide que se concretice esta, hasta ahora, utopía.
No se trata de eliminar o luchar contra ideologías, de hecho, el hombre necesita de éstas para poder crear orden. La libertad necesita de políticas –otro medio determinante- que admitan la convivencia plena de las personas. El individuo no puede ver intervenido su estilo de vida por terceros que buscan algún tipo de beneficio -Rousseau lo llamaría “Contrato social”-, ni estar exento de algún tipo de gobierno, ese entorno sería de anarquía, y la libertad no se ejerce en ese espacio.
El hombre ha olvidado que toda su actividad tiene injerencia en la de sus similares; él no vive solo. En realidad se habla de “subdesarrollo” de muchos países porque no presentan simetría económica con otros pocos. La tendencia es asemejarse a las llamadas potencias mundiales, pero mientras esto no se logre, todo queda en un mito del desarrollo.
Francis Fukuyama se atrevió a hablar de un “Fin de la historia” debido a que el capitalismo –tras alzarse como vencedor ante el comunismo por la caída del Muro de Berlín- era el modelo económico ideal y, que en adelante, todo país debía adoptar. Pero además, porque ya no existía otra ideología fuerte que pudiera polarizar el mundo. Por lo tanto, éste se tornaría homogéneo, sin lugar a diferencias entre sociedades. La libertad del hombre se sucedería con el traspaso del tiempo. Sin embargo, esto no ha pasado.
La economía y la política son los medios por los cuales el hombre alcanzará su libertad –hablamos de manera general. La libertad incita eficacia y generación de ideas para un convivir general; porque los individuos nacen para ayudarse. La libertad es lo que quiere el hombre.
*SEN, Amartya . Desarrollo y libertad. Plaza Edición: Barcelona. 2000
No se debe concebir la obtención de la riqueza como un anhelo o un fin, la existencia del hombre no se sustenta en generar dinero. Empero, la psique social ha sido adiestrada para el uso constante del factor económico, ya que permite acceder a nuevos ritmos de vida, a otras realidades, a bienes materiales, y sobre todo, permite a las personas deslizarse en el mundo. Esos motivos llevan a la economía a tratarla como el motor de vida del hombre, ó, tal vez, como un propósito.
Pero, la economía sólo es un medio. Abre la posibilidad de satisfacer necesidades, pero no es lo que busca el hombre, es muy simple y limitado. El desarrollo no puede ser medido acorde a ella; pero sí a partir de la libertad que provoca.
No puede hablarse de desarrollo en un país si el hombre ve privada su libertad. Y es que las sociedades y pueblos crecen de acuerdo al tipo de vida que valoran las personas y las razones que tienen para valorarla –la cultura. Ya, Amartya Sen, –filósofo y economista indio- supo explicarlo: “el origen de la economía se encuentra en gran medida en la necesidad de estudiar la valoración de las oportunidades que tienen los individuos para vivir bien y de los factores causales que influyen en ellas”.* Pero, muy a menudo, el abuso de poder impide que se concretice esta, hasta ahora, utopía.
No se trata de eliminar o luchar contra ideologías, de hecho, el hombre necesita de éstas para poder crear orden. La libertad necesita de políticas –otro medio determinante- que admitan la convivencia plena de las personas. El individuo no puede ver intervenido su estilo de vida por terceros que buscan algún tipo de beneficio -Rousseau lo llamaría “Contrato social”-, ni estar exento de algún tipo de gobierno, ese entorno sería de anarquía, y la libertad no se ejerce en ese espacio.
El hombre ha olvidado que toda su actividad tiene injerencia en la de sus similares; él no vive solo. En realidad se habla de “subdesarrollo” de muchos países porque no presentan simetría económica con otros pocos. La tendencia es asemejarse a las llamadas potencias mundiales, pero mientras esto no se logre, todo queda en un mito del desarrollo.
Francis Fukuyama se atrevió a hablar de un “Fin de la historia” debido a que el capitalismo –tras alzarse como vencedor ante el comunismo por la caída del Muro de Berlín- era el modelo económico ideal y, que en adelante, todo país debía adoptar. Pero además, porque ya no existía otra ideología fuerte que pudiera polarizar el mundo. Por lo tanto, éste se tornaría homogéneo, sin lugar a diferencias entre sociedades. La libertad del hombre se sucedería con el traspaso del tiempo. Sin embargo, esto no ha pasado.
La economía y la política son los medios por los cuales el hombre alcanzará su libertad –hablamos de manera general. La libertad incita eficacia y generación de ideas para un convivir general; porque los individuos nacen para ayudarse. La libertad es lo que quiere el hombre.
*SEN, Amartya . Desarrollo y libertad. Plaza Edición: Barcelona. 2000
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